Aquí van:
- El más barato: una cebolla. Así de simple. Nunca imaginaste lo que podría hacer por ti esa triste cebolla que tienes escondida en un rincón de la despensa. Si coges esa cebolla, la partes en cuatro trozos y la dejas en la habitación de la persona que tose o está congestionada notarás los resultados en cuestión de minutos. ¿Tos? Bye-bye. ¿Nariz? Mucho más despejada. Y ahora, a dormir (y a dar gracias a la cebolla).
- El más dulce: miel. Este es de toda la vida. Una cucharada de miel, un chorrito de limón y a dejar descansar la garganta. (Los bebés menores de un año no pueden tomar miel).
- El más sano: busca la palabra vitaminas en tu comida. Pimientos rojos, brócoli, kiwis, caquis, naranjas, limones, fresas, espinacas... Introdúcelas en la dieta para mejorar las defensas de toda la familia.
- El más "moderno": digo moderno por poner una etiqueta (me tenéis que reconocer que se ha puesto de moda), pero la homeopatía lleva ahí desde siempre. El própolis, la jalea real... son sustancias que si se toman regularmente pueden ayudar a las defensas. Eso sí, consulta con el pediatra antes de administrarlas a niños.
- El más verde: las plantas medicinales llevan utilizándose siglos. Las infusiones de anís, famosas para el estómago, ayudan también para los catarros. El orégano es expectorante y la canela ayuda también para la tos. ¿Qué tal si incluyes en el menú pasta con tomate y orégano y un arroz con leche de postre? (Recuerda consultar con tu pediatra qué infusiones puedes administrar y cómo prepararlas...).
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