La imagen corresponde a un Airbus 380 procedente de Dubái preparándose para aterrizar en el londinense aeropuerto de Heathrow recibiendo el impacto de un enorme rayo. Para tranquilidad de todos, deciros que los pasajeros no sufrieron ningún daño, y que el avión aterrizó sano y salvo.
Pese a que es un evento relativamente común (de media cada aeronave recibe algo más de un rayo por año) son muy escasas las ocasiones en las que el fenómeno puede fotografiarse.
Analizando los pocos vídeos existentes de este fenómeno atmosférico impactando sobre aviones, los expertos creen que de hecho las propias aeronaves son las causantes de la mayoría de los rayos al atravesar nubes cargadas eléctricamente.
Los fuselajes metálicos de los aviones intensifican el campo eléctrico de las nubes de tormenta a medida que las atraviesan en su vuelo, lo que en ocasiones provoca un colapso eléctrico.
El cuerpo metálico del avión actúa como conductor. Al atravesar las nubes de tormenta, las cargas positivas se acumulan en un lado del conductor, y las negativas en el lado opuesto. Las cargas se acumulan especialmente en lugares donde la curvatura del avión es más acusada, como el morro y las puntas de las alas o de la cola.
Son estas extremidades de la aeronave cargadas las que intensifican el campo eléctrico ambiente hasta que salta la chispa que inicia el desarrollo de un canal de plasma. Y entonces tenemos un rayo.
Lo normal es que se produzcan dos de estos canales, uno desde la punta cargada positivamente (el morro en la foto) que va hacia arriba, y otro que va desde la cola del aparato (cargado negativamente) hacia el suelo.
El suave fuselaje de aluminio actúa a modo de jaula de Faraday y hace que la enorme descarga eléctrica pase a su alrededor (que no a través de él) sin ocasionar daños. De hecho, del total de accidentes aéreos que se han producido en la historia, muy pocos han tenido que ver con descargas atmosféricas.
Curiosamente es también el fuselaje el que actúa como toma de tierra, protegiendo los delicados instrumentos electrónicos de a bordo.
A pesar de esta protección, a los pilotos no les gusta volar a través de tormentas eléctricas ya que además de rayos, suelen provocar fuertes vientos cruzados, turbulencias e incluso granizo.
Después de todo, mejor no tentar a la suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario